Una fruta con denominación y destino
Cada otoño, miles de kakis con Denominación de Origen Protegida Ribera del Xúquer inician un viaje que empieza en los campos de la comarca valenciana y termina en hogares de toda Europa. No es un recorrido cualquiera: detrás de cada fruta hay un trabajo artesanal, una cadena de cuidados y una trazabilidad que garantizan que lo que llega al consumidor mantiene intacta su calidad, textura y sabor.
El kaki DOP Ribera del Xúquer no es solo una fruta: es el resultado de un proceso perfectamente sincronizado entre agricultores, técnicos y comercializadores. Un trayecto donde la tradición se encuentra con la innovación para que, desde el primer corte en el árbol hasta su llegada al mercado, todo funcione con la misma precisión que un reloj.
En el corazón del viaje: el campo
El viaje del kaki empieza bajo el sol del Mediterráneo. Los árboles, que se podan cuidadosamente durante el invierno, florecen en primavera y desarrollan sus frutos durante el verano. En septiembre y octubre, los agricultores de la Ribera del Xúquer observan con atención el cambio de color de los frutos. Cuando el naranja brillante anuncia que ha llegado el momento, comienza la recolección.
La recogida se hace a mano, uno a uno, con tijeras, dejando el pedúnculo intacto para evitar que la fruta se dañe. Cada movimiento está pensado para preservar su delicadeza natural. Los agricultores cortan, seleccionan y colocan con mimo los kakis en cajas que se transportan al almacén en pocas horas, manteniendo su frescura.
En este primer tramo del viaje, el kaki aún no ha salido de su entorno, pero ya lleva consigo lo más importante: la autenticidad de su origen y el sello de una denominación que asegura su procedencia y sus cualidades.
La llegada al almacén: control y precisión
Una vez en las cooperativas o centrales hortofrutícolas de la zona, comienza una segunda etapa clave: la clasificación y el tratamiento postcosecha. Aquí, la tecnología y la experiencia se dan la mano.
Los frutos se revisan uno a uno, descartando aquellos que no cumplen con los criterios exigidos por el Consejo Regulador de la DOP: forma regular, color uniforme, tamaño adecuado y ausencia de daños externos. A los que superan esta selección se les elimina la astringencia —una técnica que elimina el sabor áspero característico del kaki para que se pueda consumir sin rastro de astringencia—.
Esta técnica, desarrollada y perfeccionada en la Ribera del Xúquer, permite que el kaki DOP mantenga su firmeza característica y su sabor dulce natural. Es lo que lo hace tan apreciado en los mercados europeos: un kaki crujiente, fácil de pelar y listo para disfrutar.
Si quieres conocer más información puedes consultar el pliego de condiciones de la DOP
Del envasado a la distribución: la garantía del sello DOP
Tras el tratamiento y la selección, los kakis se envasan con sumo cuidado. Cada caja que lleva el distintivo “Kaki Ribera del Xúquer – Denominación de Origen Protegida” es garantía de autenticidad. Este sello asegura que el producto ha sido cultivado, recolectado y manipulado exclusivamente dentro de la zona geográfica amparada, siguiendo las normas de calidad establecidas.
El Consejo Regulador supervisa todo el proceso y certifica los lotes antes de su salida al mercado. Desde ese momento, comienza la parte más visible del viaje: la distribución. Camiones refrigerados transportan los kakis a los principales mercados nacionales y europeos, manteniendo la temperatura y la humedad adecuadas para conservar su textura y sabor.
Gracias a esta logística precisa, un kaki recogido en la Ribera puede llegar a Berlín, París o Ámsterdam en apenas unos días, manteniendo intacta la frescura que lo caracteriza.
Un viaje con trazabilidad total
Una de las grandes fortalezas de la Denominación de Origen es su trazabilidad completa. Cada kaki con sello DOP puede rastrearse desde el campo en el que se ha recolectado hasta el punto de venta. Esto significa que se puede saber en qué parcela se cultivó, quién lo recolectó, en qué almacén se trató y cuándo se distribuyó.
Esta transparencia no solo aporta confianza al consumidor, sino que también refuerza la identidad del producto. Saber de dónde viene un alimento, cómo se ha producido y quién está detrás de él es un valor añadido que diferencia al kaki DOP Ribera del Xúquer de cualquier otro.
En un mundo donde la procedencia de los productos a menudo se difumina, esta conexión directa con el origen es un sello de autenticidad que no se puede copiar.
La llegada a tu mesa: color, sabor y textura
Cuando un kaki DOP llega al hogar del consumidor, su viaje termina, pero también se renueva. Es en ese momento cuando la fruta revela toda su esencia: el color naranja brillante, la textura firme y el sabor dulce y equilibrado que lo hacen inconfundible.
Su versatilidad permite disfrutarlo de muchas maneras: al natural, en ensaladas, en postres o como acompañamiento de platos salados. Pero en todas ellas, el denominador común es la calidad. Ese sabor que recuerda al sol del Mediterráneo, a los campos de la Ribera del Xúquer y a una tradición que ha sabido adaptarse a los tiempos sin perder su alma.
Un viaje que se repite cada año
Cada campaña, el viaje del kaki DOP Ribera del Xúquer vuelve a empezar. Los agricultores preparan la tierra, cuidan los árboles, vigilan el clima y esperan pacientemente a que llegue el momento perfecto de la cosecha. Es un ciclo que se repite, pero nunca se vive igual: cada año trae sus retos, sus matices y sus satisfacciones.
Y en cada fruta que llega al consumidor hay una historia que se renueva: la del esfuerzo colectivo de una comarca que ha hecho del kaki su orgullo, de la calidad su bandera y del color naranja su firma.

